martes, 8 de enero de 2008

Pecho de paloma

El más grande

Choi Yoi-san, boxeador coreano que falleció hace pocos días luego de un extenuante match que ganó por puntos, lo que le permitió retener el título de peso pluma de la WBO -la organización se llama así, no es webeo- frente al retador indonesio Henri Amol.

Al momento de su deceso, Yoi-san tenía la edad de Cristo -no 2007, sino 33-. Llevaba una solitaria existencia acechada por el fantasma de la depresión y había sido sostén de su familia desde muy joven, pagando incluso los estudios universitarios de su sexto hermano menor, quien lo cuidaba y acompañaba durante sus últimos años de existencia.

No obstante, se han alzado las voces alarmistas de siempre, en donde supuestos líderes de opinión, acusando su aguda miopía, han vociferado contra el glorioso deporte del box, una disciplina Olímpica que incluso tuvo a Cassius Clay -posteriormente, conocido por su nombre musulmán como Muhammad Alí y también como "el más grande"- entre los más jóvenes campeones ganadores del oro en la década del 50. Desde ese momento, Alí deslumbro al mundo. Luego, algunos años más tarde, vendría Sony Liston y una interminable carrera de exitos y revelaciones espirituales y políticas enmarcadas en la década del 60 y con el perfume de la revolución y convulsión que vivio la década de las flores.

Curiosamente, terminé de "respaldar" desde Emule, una serie de combates de Ali, uno de los más impresionantes, a continuaión: ver aquí una lección de box. El "Rumble in the jungle" es sin duda uno de los momentos más exitantes de la historia del deporte. En un marco de audiencia increíble, respaldado por un público tan enardecido como in condicional, Alí había recibido los salvajes embates de Foreman, un asesino nato, durante todo la noche, y lo hacía en las cuerdas, provocándole, hablándole al oido, haciéndole enojar. Todo se veía mal para Alí, pero el campeón, casi una década más viejo -o más experimentado?-, tenía una estrategia: bailar, simplemente bailar.

"Flota como mariposa y pica como abeja" se dijo a si mismo y a quien le rodease durante meses. Alí corría por Zaire con decenas de personas siguiéndole. Una vez que Alí subió al cuadrilatero para enfrentar a George Foreman, a quien solía llamar "La momia" por su forma de moverse en el ring, miles entonaban el ya clásico "Alí, Bomaye!" -"Alí, Mátalo!"-. En el round 8, Foreman, una máquina de golpear, cae agotado ante la resistencia y los veloces embates de Alí. El campeón lo había hecho de nuevo, venciendo contra toda probabilidad a un hombre más fuerte, más joven y más poderoso que él.

Hoy, muchos han vuelto a hablar acerca de prohibir el boxeo, de quitarle su estatus Olímpico, de, finalmente, liquidarlo como deporte. Eso demuestra una intolerancia supina, digna de un mandril con rabia dentro de una jaula de 1x1. Ocasionales "expertos" han salido a dar una suerte de argumentos más en contra que en pro. Sin embargo, son los mismos liberales de poca monta y visión sesgada que surgen siempre en estas condiciones, pidiendo algo de cámara para sus hiperinflados egos que destilan ignorancia. Políticos oportunistas, doctores sin conocimiento de causa y medios que buscan impresionar con imágenes terrorificas, lo cual no es de extrañar, pues dan el mismo tratamiento apocalíptico a la delincuencia y los desastres naturales, por ejemplo.

De seguro, cualquier imbecil puede golpear a alguien en un bar de mala muerte, pero deportes de contacto como el box, la lucha y las artes marciales, requieren más que eso. Preparación, estrategia, fortaleza física e mental, técnica y táctica, además de su apegada relación espiritual con el Islam, es lo que llevó a Alí a triunfar esa noche de Octubre de 1974 en Zaire. No le restemos crédito al más grande.

Erick Milla C
erick.milla@gmail.com

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