miércoles, 7 de mayo de 2008

Hofmann en un cielo cargado de diamantes

(O la defensa del trip como parte de la evolución, parte I)

“Si las puertas de la percepción fuesen abiertas, el hombre percibiría todas las cosas tal como son: infinitas".
William Blake

Hace pocos días, a la edad de 102 años, falleció Arthur Hofmann, padre del LSD. Desde ese instante, pensé en hacer de esta columna más una elegía que una defensa de los estados alterados de la percepción, pero me fue imposible. Lentamente, los hechos me guiaron a asumir una postura política frente a la partida de un hombre que tuvo una importancia fundamental en la revolución cultural de los años 60.


Dicen que William Blake alucinaba con ángeles. En cualquier momento, en cualquier lugar, veía apariciones divinas: en el campo junto a un grupo de agricultores, en la ventana de la cocina de su casa, en el mercado, en la iglesia. Su obra pictórica está cargada de estas manifestaciones, al igual que sus escritos. Desde temprano, al igual que Leono, líder de los Thundercats, el poeta inglés comprendió que nuestra realidad va más allá de lo aparente, lo que grafica con una visión espeluznante en su poema “Las puertas de la percepción”.

Hay muchas formas de alcanzar estos estados alterados de la percepción: yoga, meditación trascendental, mantras, peyote, ayahuasca, hongos, etc. Todos con un mismo propósito: el alterar las rígidas estructuras sicológicas y nerviosas para revelar una realidad que habitualmente se nos oculta. El LSD nos faculta para un viaje que, como en una road movie mental, nos enseñe y revele el plan perfecto de la geometría de dios. Sin embargo, como señala Leary, sicólogo defensor a ultranza del alucinógeno, el LSD es sólo la llave, el resto va en uno.

La casuística en estos casos, suele ser el mejor ejemplificador: el ganador del Nobel, Francis Crick, señaló haber estado bajo la influencia del LSD al descubrir la doble hélice estructural del ADN. El mismo Crick habría confesado que las brillantes mentes de Cambridge tomaban usualmente la droga para pensar con mayor claridad. Otro ganador del Nobel, Kary Mulis, con ocasión del centenario de Hofmann, destacó que había logrado percatarse de la Reacción en Cadena de la Polimeraza (PCR) bajo la influencia del LSD. “Tomé un montón de veces – señaló en una oportunidad Mulis- y fueron más importantes que cualquier curso al que pude asistir. Mucha gente tomaba LSD en Berkley en los 60 y 70”.

No sólo en las ciencias el LSD tenía una gran aceptación: los Beatles realizaron sus más grandes composiciones a través de viajes místicos. Led Zeppelin ídem, especialmente en su disco IV. De ahí en más, Brian Wilson con Smile, The Doors –nombre en referencia al poema de Blake- y cuantos otros que podría citar. En la literatura, el mayor defensor de LSD fue Aldous Huxley, quien incluso antes de morir, sufriendo de un grave cáncer a la garganta, pidió a su mujer una última dosis de la droga “para percibir la experiencia de morir con la lucidez que entrega el LSD”. Cabe recordar que fue Huxley quien, citando nuevamente a Blake en el título de su libro "Las puertas de la percepción", relata paso a paso como era un trip con mezcalina, algo muy parecido a los efectos del LSD.

Continuará...

E=MC2

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y la muestra gratis? O acá no se usa eso de dar regalos a los suscriptores, como la revista Cosas, Caras, Capital, etcétera

Erick Milla dijo...

Los laboratorios subterraneos ya están trabajando en ello, mi estimado

Anónimo dijo...

Erick:
No se supone que uses la tribuna de Pico Pal Que Lee para tus negocios "extracurriculares". No nos obligues a llamar a OS-7.
Saludos