jueves, 3 de julio de 2008

Compañero No More.

Cien años cumplió hace pocos días, desde su nacimiento, el compañero - presidente Salvador Allende. Este año también se cumplen 35 años desde su muerte a manos de una conspiración internacional contra la que, cabe destacarlo, sus propios partidarios y aliados políticos le hicieron un flaco favor.

Salvador Allende era un animal político por excelencia. Comprometido desde muy joven con sus ideales, tiene el célebre titulo de haber encabezado la vía chilena al socialismo, siendo el único presidente de esta tendencia en el mundo en haber resultado elegido democráticamente, sin derramar una gota de sangre. También podríamos incluir en esa reducida lista a Adolf Hitler, quien también llegó al poder democráticamente, pero siendo “nacional socialista”, un detalle menor, pero que hace la diferencia.

No había encontrado un momento más propicio de traer a colación el clásico término popular “chancho en misa”, pero al parecer, este es el indicado: un “masivo” evento fue realizado para conmemorar la importante fecha –la de su nacimiento, no la de su asesinato- en donde se dieron cita políticos del partido Socialista a la Democracia Cristiana, abucheados en su gran mayoría.

¿Qué tiene que ver la actual Concertación con el proyecto país del presidente Allende? No mucho, en realidad. Claro, hay gente que insiste en los paralelismos, lo cual puede resultar tentador: un doctor socialista en la Moneda, una derecha dura e intransigente, una coalición de gobierno que hace agua, el descontento de la gente por el estado actual de las cosas. Sin embargo, la diferencia clave, y aquí radica lo principal, es que la Concertación, en sus dos décadas al poder, no ha propulsado jamás un cambio en el social como lo pretendía el “Chicho”.

Paulatinamente, y por diversas razones, principalmente inducidas por los diversos grupos de poder, nos estamos quedando sin intelectuales, sin pensadores relevantes, sin esa casta iluminada que tiene como misión guiar a sus hermanos a través del valle de las tinieblas, y Allende no se queda fuera de ese desolador panorama. Por años, la derecha intentó borrar todo vestigio de su obra, pensamiento y recuerdo, sin embargo, el mayor logro en este campo lo tiene la propia Concertación. El “Chicho” se debe sacudir en su tumba cuando un diputado “socialista” -¡hijo de un guerrillero!- como Ominami hace una película acerca de un juego de azar –y mala, lo que es peor-, o cuando el “padre” de este vota en NO a iniciativas sociales que van a favor de la gente pero en contra de su propio bolsillo, o al ver que el presidente de su partido se ha transformado en un pequeño dictador malhumorado instalado en su trinchera partidista perpetua.

El legado de Allende no pertenece a ninguno de estos señores, como tampoco pertenece en un centro cultural, o colgando como cuadro en un muro. El pensamiento político de Allende está tan muerto como el propio Chicho por que desgraciadamente así lo han querido aquellos que supuestamente debían resguardarlo. El legado del último presidente elegido democráticamente en nuestro país, símbolo de la revolución silenciosa, pertenece a la gente -.casi me vi tentado a decir “al pueblo”- y su rescate es nuestra responsabilidad como ciudadanos, no sólo en Utube, ni en Facebook, ni en un blog como este, sino que en la praxis, en la vida cotidiana, en donde las papas queman. Sólo así, viviendo lo que Allende experimentó, podremos finalmente entender lo que se siente vivir en libertad. Y responsabilizarnos por que esa libertad también llegue nuestro prójimo. Y no me refiero a la libertad física, sino intelectual y espiritual. En un país en donde cada día parecen vulnerarse un poco más los derechos de sus ciudadanos, es crucial que revitalicemos el mensaje del compañero presidente, lo que es también el mejor homenaje que le podemos hacer aquellos para los que Allende trabajó.

Erick Milla C.

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